Allá, en la frontera norte de la ciudad, se encuentra el inodoro de Lima, el vertedero o algo que se asemeja mucho al concepto de infierno, excavaciones profundas de más de 100 metros, huecos pestilentes que se llenan minuto a minuto de todo lo que la gran Lima desecha. Pero en medio de todo existe una luz de esperanza.
Qué tal curiosidad debe de tener uno para levantarse a las 5 de la mañana, tomar una ducha rápida, soportar ese especial frío de las mañanas, subir al auto, aún medio dormido y encaminarse a un viaje de más de una hora y media fuera de Lima, hacia el norte, mas allá de Comas, lejos de Los Olivos, pasando Puente Piedra, allá donde termina la Lima metropolitana. No es que por puro romanticismo me haya encaminado a ver el alba en las idílicas y verdes Lomas de Carabayllo, no, fui al encuentro de lo que nadie ve ni quiere ver, fui a ver lo que cientos de organizaciones mencionan y lo que muchos de nuestros políticos ignoran.